Pues aquí los tenemos, a una mujer que utiliza a mujeres pobres como vasijas para que le gesten los hijos, y a un hombre ultraliberal que no privatiza el aire porque no puede, hablando de derechos y libertades. A alquilar un útero y comprar un bebé le llamaron gestación subrogada. Al dinero que se paga por esto, altruismo. Y no contentos, quisieron darle a la conversación un tono épico diciendo que lo que allí trataban era una cuestión de consecución de derechos, una fallida pretensión de reivindicación para gente que lo tiene todo. Recordarles en todo caso, que en España los vientres de alquiler son una práctica prohibida y que ser padres no es un derecho, sino un deseo. Derechos son los que asisten a la madre, los reproductivos y los de filiación, esos que nos les importa conculcar para ver cumplido su deseo. Escuchándolos pienso en el enorme poder de las palabras, en como a través del uso de eufemismos se puede manipular y hacer pasar por digna una situación injusta y denigrante.