Ada Colau será,
de nuevo, la alcaldesa de Barcelona. Asegura que Barcelona seguirá siendo una
ciudad feminista y las feministas nos preguntamos en qué momento lo ha sido. El
Ayuntamiento de una ciudad feminista ha de comprometerse firmemente con el
cumplimiento y la defensa de los derechos de las mujeres y niñas, y luchar
activamente por el fin de la opresión sexual. Sin embargo, el Ayuntamiento de
Barcelona se ha convertido, a través de sus políticas, en perpetuador de la
opresión sexual que dice que pretende erradicar.
Las feministas
sabemos que la prostitución es una institución fundacional patriarcal que
ordena servicio sexual de mujeres a hombres, somos conscientes de que la
prostitución es una práctica social opresiva cimentada en la explotación sexual
de mujeres y niñas, que instituye un derecho de libre acceso a nuestros cuerpos;
apuntalando así, la desigualdad entre sexos que se afirma incompatible con la
democracia. La teoría feminista lleva 300 años conceptualizando en este sentido,
explicando que la prostitución es tortura, violencia contra las mujeres y que
la única opción liberadora, el único camino feminista es abolir esta forma de
esclavitud. Sin embargo, Ada Colau y su equipo de gobierno autoproclamado
feminista, o no lo saben o fingen no saberlo, y reproducen el discurso del
lobby proxeneta. Y es discurso del lobby proxeneta porque beneficia en primer
lugar, al proxeneta y, en segundo lugar, al cliente-prostituidor o putero. La
finalidad de este ideario es la regulación de la prostitución, lo cual significaría
de facto, que el proxeneta se convirtiese en empresario y el putero, en
consumidor de un servicio. Repiten hasta la saciedad una serie de ideas para
legitimar socialmente la explotación sexual y económica que supone la
prostitución. Diferencian prostitución de trata de seres humanos con fines de
explotación sexual obviando, intencionadamente, que la trata existe para nutrir
de mujeres a la prostitución. Aluden a una “libre elección” inexistente. De
nuevo, deliberadamente, ignoran la incorporación de las mujeres a la
prostitución a través de la trata o los diferentes condicionantes de entrada (abusos
sexuales durante la infancia, situación de vulnerabilidad y pobreza…). Pero, sobre
todo, repiten machaconamente que la prostitución es un trabajo, transformando
por obra y gracia del lenguaje, en alternativa laboral una realidad violenta y
esclavizante. Todas estas ideas han sido defendidas y promovidas, de forma
activa, desde el Ayuntamiento de Barcelona. Recordemos, por ejemplo, las
subvenciones otorgadas por el gobierno municipal a APROSEX, una asociación que
ofrece cursos para iniciarse en prostitución, o los múltiples actos y charlas
apoyados por el Ayuntamiento en los que se blanquea esta forma de violencia.
Señora Colau, usted se dice feminista y de izquierdas. ¿Desde cuándo la
izquierda defiende la mercantilización de nuestros cuerpos? ¿Desde cuándo el
feminismo afirma que ser penetradas anal, bucal y vaginalmente por hombres que
no deseamos es una justa estrategia de supervivencia que respeta nuestros
derechos humanos?
No he visto
tergiversación ideológica más pueril y evidente que tratar de defender la
prostitución desde el feminismo y la izquierda. Y Ada Colau lo seguirá haciendo
desde el Ayuntamiento gracias al apoyo otorgado para su investidura como
alcaldesa, de los ocho concejales socialistas y tres de los regidores de la
Plataforma Barcelona pel Canvi de Manuel Valls. Jaume Collboni, el candidato a
la alcaldía por el PSC, se comprometió en campaña electoral a instaurar una
ordenanza municipal abolicionista, con sanciones al putero y asistencia integral
a las mujeres prostituidas. Presumió asimismo de que el suyo, es “un feminismo
real y no de boquilla”. ¿Dónde han quedado estas palabras? Otra vez, asistimos
a una mera declaración de intenciones, a un compromiso feminista devenido
vacío, diluido en una práctica política antifeminista.
Incluso Manuel
Valls, sin ser un político de izquierdas, pareció entender la mercantilización
de las mujeres y niñas que constituye la prostitución y explicó en campaña
electoral, la necesidad de sancionar al putero, por ser responsable directo de
la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Conocedoras de sus
postulados políticos y económicos, no nos sorprende demasiado que renuncie a
este compromiso electoral abolicionista. Nos duele más la concesión hecha por
el PSC. El PSOE ha sido el único partido en el Gobierno, que ha defendido la elaboración
de una legislación abolicionista de la prostitución. Con legítimas reservas,
les creímos porque no tenemos más opciones, porque otros partidos que se
presentaron a las generales no contemplan en sus programas estas medidas y
porque otros, directamente, abogan por regular y legitimar la esclavitud
sexual.
Como movimiento
feminista, como ciudadanas, no nos queda más que la indignación y la exigencia.
Interpelamos al PSC de Collboni para que nos explique de qué forma sacará
adelante una ordenanza abolicionista que urge en una ciudad, con una cantidad
inusitada de mujeres explotadas y con una complacencia institucional que nos
daña, cada día. Que aclare cómo pactando con regulacionistas se implementan
políticas abolicionistas. Exhortamos al
Gobierno central a no pactar con partidos que pretender legislar en favor de
quienes explotan sexual y reproductivamente a las mujeres. Reclamamos que la
ley integral contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y
contra el sistema prostitucional sea efectiva, que las promesas se
materialicen. Nos negamos a renunciar a
esta mínima ética política y a nuestro derecho a la participación política.
Sabemos que en
política son necesarios los pactos. Pero las feministas estamos hartas de
postergar nuestros objetivos bajo el pretexto del consenso y la gobernabilidad.
¿Es que acaso la constitución del gobierno de turno está por encima de los
derechos humanos de mitad de la humanidad? Nos negamos a seguir respondiendo
afirmativamente a esta pregunta. La prostitución es una violación de los
derechos humanos incompatible con la igualdad. Su abolición es irrenunciable.
No admitimos más pactos que evidencien esta absoluta indiferencia al
sufrimiento de las mujeres y niñas. No toleramos más contratos de
gobernabilidad firmados sobre nuestros cuerpos.
Esta es la versión extendida del artículo de mi autoría, escrito como portavoz de Mujeres por la Abolición, publicado originalmente en el El País
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