Recupero este artículo de 2011 de la maestra Celia Amorós (lo dejo al final de la publicación) , donde da una serie de pautas para centrar el debate sobre el velo y abordarlo desde la perspectiva feminista.
En primer lugar, debemos diferenciar los términos "multiculturalidad" y "multiculturalismo". Como explica en el artículo, con el término multiculturalidad "hacemos referencia al hecho sociológico de que diferentes culturas coexistan en el mismo ámbito geográfico. Cuando usamos el término multiculturalismo estamos denotando una tesis normativa acerca del modo en que deberían coexistir las diferentes culturas y, por vía de implicación, cómo tendrían que gestionarse políticamente tales diferencias". Por tanto, mulculturidad es un término descriptivo y multiculturalismo, un término normativo. En palabras de Amelia Valcarcel, "el multiculturalismo es un juicio sobre el hecho innegable de la multiculturalidad. Consiste en afirmar que es buena en sí y que hay favorecerla en toda ocasión. Que las identidades suman y nunca restan. Que lo malo es el universalismo". El problema es cuando esas supuestas identidades culturales o religiosas chocan frontalmente con el respeto a los derechos humanos de las mujeres, cuando esas identidades son construidas en los mismos cuerpos de las mujeres. Y digo supuestas porque bajo el término "identidad" se esconden prácticas misóginas y patriarcales que edifican y apuntalan la opresión sexual de las mujeres. Lo explica perfectamente Amorós cuando dice que "el multiculturalismo no repara en el "subtexto de género" de la identidad cultural; al hecho de que la identidad cultural no tienen que asumirla en la misma medida los varones que las mujeres. Como lo afirma Michèle le Doeuff, las mujeres tenemos "sobrecarga de identidad". Se nos endosa la función de asumir las presuntamente genuinas esencias de las culturas, sus núcleos simbólicos más duros".
Núcleo simbólico duro es tapar y velar a las mujeres, privarlas de su propia individualidad y hacerlas portadoras de una moral particular derivada de las imposiciones del género y/o religiosas.
Ni el multiculturalismo ni la libertad individual son justificaciones válidas para mantener prácticas opresivas que en tantos países y a tantas mujeres ha encarcelado y asesinado por revelarse contra ellas. Lo que las mata allí, no puede ser legitimado aquí. No podemos reivindicar como identidad lo que se ha construido específicamente para las mujeres, para mantenerlas en su lugar en la jeraquía sexual. Si queremos conformar una propia identidad, que sea desde la libertad y la autonomía, rechazando las imposiciones patriarcales y los discursos que las refrendan. Apoyar y divulgar estos discursos es traicionar a las mujeres que pierden la libertad e incluso la vida, en la lucha por la liberación de todas las mujeres.
Artículo de Celia Amorós: Notas para el debate sobre el burka.
En primer lugar, debemos diferenciar los términos "multiculturalidad" y "multiculturalismo". Como explica en el artículo, con el término multiculturalidad "hacemos referencia al hecho sociológico de que diferentes culturas coexistan en el mismo ámbito geográfico. Cuando usamos el término multiculturalismo estamos denotando una tesis normativa acerca del modo en que deberían coexistir las diferentes culturas y, por vía de implicación, cómo tendrían que gestionarse políticamente tales diferencias". Por tanto, mulculturidad es un término descriptivo y multiculturalismo, un término normativo. En palabras de Amelia Valcarcel, "el multiculturalismo es un juicio sobre el hecho innegable de la multiculturalidad. Consiste en afirmar que es buena en sí y que hay favorecerla en toda ocasión. Que las identidades suman y nunca restan. Que lo malo es el universalismo". El problema es cuando esas supuestas identidades culturales o religiosas chocan frontalmente con el respeto a los derechos humanos de las mujeres, cuando esas identidades son construidas en los mismos cuerpos de las mujeres. Y digo supuestas porque bajo el término "identidad" se esconden prácticas misóginas y patriarcales que edifican y apuntalan la opresión sexual de las mujeres. Lo explica perfectamente Amorós cuando dice que "el multiculturalismo no repara en el "subtexto de género" de la identidad cultural; al hecho de que la identidad cultural no tienen que asumirla en la misma medida los varones que las mujeres. Como lo afirma Michèle le Doeuff, las mujeres tenemos "sobrecarga de identidad". Se nos endosa la función de asumir las presuntamente genuinas esencias de las culturas, sus núcleos simbólicos más duros".
Núcleo simbólico duro es tapar y velar a las mujeres, privarlas de su propia individualidad y hacerlas portadoras de una moral particular derivada de las imposiciones del género y/o religiosas.
Ni el multiculturalismo ni la libertad individual son justificaciones válidas para mantener prácticas opresivas que en tantos países y a tantas mujeres ha encarcelado y asesinado por revelarse contra ellas. Lo que las mata allí, no puede ser legitimado aquí. No podemos reivindicar como identidad lo que se ha construido específicamente para las mujeres, para mantenerlas en su lugar en la jeraquía sexual. Si queremos conformar una propia identidad, que sea desde la libertad y la autonomía, rechazando las imposiciones patriarcales y los discursos que las refrendan. Apoyar y divulgar estos discursos es traicionar a las mujeres que pierden la libertad e incluso la vida, en la lucha por la liberación de todas las mujeres.
Artículo de Celia Amorós: Notas para el debate sobre el burka.
Comentarios
Publicar un comentario