Hoy, 23 de septiembre, es el Día
Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas. Cada día,
miles de mujeres y niñas son explotadas en una industria criminal, la del sexo,
que existe únicamente para servir sexualmente a los varones que creen que
tienen derecho a comprar a las mujeres.
Según la Organización
Internacional del Trabajo, hay cuatro millones y medio de personas que son
víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Cuatro
millones y medio de personas, más del 95% mujeres y niñas, que están siendo
esclavizadas por y para la prostitución. Por tanto, separar conceptualmente
trata y prostitución es una estrategia de legitimación, justificación y
normalización de la explotación sexual de las mujeres que solo beneficia a
quien explota y abusa, es decir, al proxeneta y al putero. La trata nutre de
mujeres y niñas a la prostitución. No hay otra forma de satisfacer la demanda
de este negocio criminal que genera 5 millones de euros diarios, solo en
España. La Fiscalía General del Estado, en su Circular 5/2011 afirma que “el
delito de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, por su propia
configuración es preparatorio del delito de prostitución”[i] y esto es así, porque la trata es el método
de incorporación masivo y sistemático a la prostitución, su puerta de entrada.
Basta una ojeada a los datos o una visita a los polígonos, pisos o prostíbulos
donde las mujeres son económica y sexualmente explotadas. Veremos que más del
90% de las mujeres prostituidas son inmigrantes pobres[ii].
Mujeres, inmigrantes, pobres. Los cuerpos y vidas de estas mujeres y niñas son
la desgarradora evidencia del entrecruzamiento de las opresiones sexual, racial
y de clase.
Podemos
concluir, sin temor a equivocarnos, que la trata de seres humanos con fines de
explotación sexual existe porque existe la prostitución y si estas prácticas
son desligadas, es por el interés patriarcal de perpetuar y reproducir la
opresión sexual. A lo mismo obedece llamarle a la prostitución “trabajo
sexual”. Un estudio canadiense
sostiene que las mujeres prostituidas corren un riesgo 40 veces más grande de
ser asesinadas que el resto de la población femenina. La prostitución tiene
implicaciones físicas y emocionales gravísimas para las mujeres. A título
ejemplificativo, podemos citar el estrés postraumático que sufren el 68% de las
mujeres que han estado en situación de prostitución[iii].
¿De verdad vamos a llamarle a esto trabajo?
En los países donde se ha
regulado la prostitución, Holanda o Alemania entre otros, la trata de seres
humanos ha aumentado. Si el Gobierno legitima esta actividad delictiva,
proxenetas y puteros son automáticamente exonerados de su responsabilidad
(penal y social) de esclavizar a mujeres y niñas. El Estado ampara la violencia
sexual del “cliente”-prostituidor y despenaliza de facto el proxenetismo. El
propio Gobierno alemán, tras unos años con este tipo de legislación, reconoció
este aumento de trata y el desastre que supuso para la situación y los derechos
de todas las mujeres; pues no olvidemos que en la regulación de la prostitución
subyace la idea de que todas las mujeres podemos ser objeto de comercio, que
nuestros cuerpos pueden ser violentados y sometidos sexualmente por unos
míseros euros.
Por tanto, si queremos acabar con
la forma de servidumbre que supone la trata, tenemos que acabar con la
prostitución. Debemos luchar por una legislación abolicionista que ataque a los
condicionantes de entrada (trata, feminización de la pobreza, abusos sexuales
durante la infancia…) y que asista integralmente a las mujeres en situación de
prostitución.
Una sociedad que propugna entre
sus valores la igualdad y como fundamento de la paz social, la dignidad humana
no puede tolerar ni un segundo más, la esclavitud y subordinación sexual de las
mujeres y las niñas. Si queremos respetar los derechos humanos, tenemos que
abolir la prostitución.
[i] En el Código penal, se tipifica como delito la
prostitución coactiva y el proxenetismo. Las feministas exigimos que sean
incorporadas al CP otras formas de proxenetismo, como la tercería locativa y el
proxenetismo no coercitivo.
[ii]
Fondation Scelles, “Sexual Explotation.
Prostitution and Organized Crime”, 2012. Enlace al estudio
[iii] Prostitution and Trafficking in Nine Countries: An
Update on Violence and Posttraumatic Stress Disorder. Enlace al estudio.
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Imagen de @Sinclientesnohaytrata |
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